Reflexión

Los vínculos en la vejez: ni réplica ni ruina

1 de diciembre de 2025
Irina Janowski
3 min read
Los vínculos en la vejez: ni réplica ni ruina

Irina Janowski

Psychologist

En la clínica con personas mayores, uno de los desafíos más sutiles —y menos
nombrados— es el del desajuste vincular: cuando los lazos afectivos ya no
responden a los mismos códigos, pero tampoco ofrecen nuevos.

La vejez no es solo un declive biológico: es una fase estructuralmente
compleja, que reorganiza la posición subjetiva frente al deseo, la dependencia,
la autoridad, el reconocimiento. Y, sobre todo, frente al lugar que se ocupa (o
se deja de ocupar) en la economía afectiva de los otros.

Lo verdaderamente clínico en esta etapa no es la pérdida del “rol social”, sino
la discontinuidad simbólica que afecta el sentido del lazo: ya no se es el sostén,
pero tampoco se permite ser sostenido. Ya no se es el objeto de deseo, pero
tampoco se admite el deseo propio. Ya no se es el centro, pero no se quiere —
ni se sabe— cómo habitar los márgenes.

La asimetría vincular como punto ciego

Muchos discursos en torno al envejecimiento —incluso los bienintencionados—
reproducen una narrativa infantilizante, o bien instrumental. Se espera del
mayor que acepte su lugar, que agradezca los cuidados, que no moleste. Lo
que no se dice es que esa expectativa está sostenida en un modelo de
vincularidad profundamente asimétrico, donde el mayor queda reducido al rol
de receptor pasivo, o directamente invisible.

Desde la clínica relacional, observamos cómo estas lógicas se encarnan en el
cuerpo, en los síntomas, en los silencios. La sintomatología en la vejez muchas
veces expresa un conflicto entre la necesidad de seguir inscripto en la red
vincular —como sujeto activo— y la percepción de haber sido desplazado a
una zona de baja relevancia afectiva.

Y esto no se resuelve con más compañía, ni con actividades recreativas, ni con
frases de ánimo. Se resuelve —si acaso— con el trabajo simbólico de
reinscribir al sujeto en su historia vincular, permitiéndole narrarla desde un
nuevo lugar.

La clínica no es contención: es restitución de agencia simbólica

Atender a una persona mayor no es brindarle contención emocional. Es
facilitarle condiciones para reinscribir su deseo en una red vincular y narrativa
que no lo haya expulsado. Se trata de crear un espacio donde pueda elaborar
posiciones subjetivas nuevas, y no simplemente defender ruinas de antiguos
lugares.

Eso implica sostener con seriedad preguntas incómodas:

• ¿Qué vínculos hoy funcionan solo por inercia?
• ¿Qué lugar tiene el deseo en esta etapa y cómo se legitima?
• ¿Qué duelos no son del todo por pérdidas, sino por desplazamientos de
sentido?
• ¿Qué tipo de mutualidad puede ser pensada sin caer en la lógica del
“cuidado-asistencia”?

Una propuesta: dispositivos intergeneracionales no narrativos

Más allá del setting terapéutico tradicional, una línea de trabajo prometedora —
aún poco explorada— es la creación de dispositivos intergeneracionales no
basados en el relato de vida, sino en la co-agencia simbólica: espacios donde
personas mayores puedan participar no como “testigos del pasado” sino como
interlocutores activos de dilemas contemporáneos.

Esto puede articularse en torno a:

• Proyectos compartidos con adolescentes o adultos jóvenes, donde no se
trata de transmitir experiencia, sino de crear sentido en conjunto.

• Intervenciones que trabajen el lugar del mayor en el campo del deseo,
no como objeto de cuidado, sino como sujeto deseante, capaz de
incomodar y transformar.

• Espacios clínicos grupales donde el eje no sea la queja, sino la pregunta
por el lazo: ¿qué tipo de vínculo quiero hoy? ¿Desde qué lugar puedo
ofrecerme al otro sin repetir las mismas coordenadas?

Estas prácticas no sustituyen el trabajo individual, pero permiten desarticular la
lógica asistencialista y abrir a configuraciones vinculares más simétricas,
complejas y vitales.

La vejez no tiene por qué ser un tiempo de pérdida. Puede ser —si se ofrece la
escucha adecuada— un tiempo de reconfiguración vincular.

No se trata de “acompañar” al mayor, sino de permitirle habitar un lugar donde
su palabra, su deseo y su presencia sean estructurantes. No por nostalgia.
Sino porque aún tiene algo que decir.

Etiquetas:

vínculos en la vejezsalud emocional en la vejezpsicogerontologíaenvejecimiento y afectividadbienestar emocional adulto mayor

Artículos relacionados

Cuando los vínculos no envejecen bien: la otra soledad
Reflexión2 de diciembre de 2025

Cuando los vínculos no envejecen bien: la otra soledad

Una reflexión sobre la soledad emocional en la vejez y cómo los vínculos que no se actualizan pueden dejar a las personas mayores sin un lugar afectivo real.

Leer más
Cuando el cuidador envejece
Reflexión2 de diciembre de 2025

Cuando el cuidador envejece

La escena silenciosa donde se juegan el tiempo, la fragilidad y el amor

Leer más

¿Necesitás ayuda para encontrar la residencia ideal?

En Abrazarte te ayudamos a encontrar la residencia geriátrica que mejor se adapte a las necesidades de tu ser querido.